sábado, 10 de marzo de 2012

Blancanieves y los siete enanitos (versión apócrifa)

Como su nombre indicaba
consumía cocaína
Pues por lógica supina
Blanca Nieve se llamaba.

Y el resto de la semana,
Los domingos y los jueves,
Dedicaba Blancanieves
A fumar la marihuana.

Y su segunda madrastra
Que era dama virtuosa
Se cansó de aquella cosa
Y un día dijo: ¡¡Basta!!

Porque ya sabéis que la otra
Era mala y le pegaba,
Y la ruin la incitaba
Al consumo de la droga.

Y una noche de verano,
en antro de un arrabal
Buscando droga fatal,
Se encontró con siete enanos.

Los enanos que vendían
heroína al por mayor,
Le ofrecieron la mejor
De toda su mercancía.

Y compró el veneno inmundo,
Y aquella droga probó,
Mas la dosis no midió
Y cayó en coma profundo.

En el fondo los enanos
No eran seres despiadados.
La llevaron preocupados
Al hospital más cercano.

Les recibió una enfermera
Que en este tipo de trance
Les dijo a aquellos tunantes:
¡Id a la sala de espera!

Más tarde ingresó un chico
A curarse una almorrana
Y al ver aquel panorama
Creyó que estaba en el circo.

El enano portavoz
dijo a toda la gente
que allí estaba presente:
¡¡El payaso ya llegó!!

Y el muchacho muy guasón
Preguntó con ironía
En que momento salía
El domador y el león.

El caso es que hemos dejado
A Blancanieves en coma
Dejémonos pues de bromas,
Que es preocupante su estado.

Así que en el hospital
La niña estaba inconsciente
Pues la droga era potente
Y aquello pintaba mal.

Pero un médico con suerte,
Que a la enferma atendía
Se dijo: ¡¡esta es la mía!!
Al ver que se hallaba inerte.

Pues tan hermosa la vio
Y guapa era la chiquilla,
Que el médico en la mejilla
Un beso depositó.

Y besó tan dulcemente
Aquel galeno y efebo,
Que el beso fue el gran placebo
que despertó a la durmiente.

Y todo fue un festival
Con enanos incluidos,
Algún que otro paciente herido
y el resto del personal.

Y llegaron policías
y sacando mucho pecho
Confiscaron los helechos
Creyendo que eran maría.

Y zurraron la badana
a los siete enanos, siete
y también dieron de leches
al tipo de la almorrana.

Y como ya me desvié
En exceso de este cuento
Creo que es el momento
De decir que ya acabé.


José M. Ramos. Agosto 2011.