sábado, 10 de marzo de 2012

Bola de sebo

Redondillas basadas en el relato de Guy de Maupassant “Bola de sebo”

Esta es la trágica historia
de una muchacha admirable
que de manera imborrable
permanece en mi memoria.

Al que la quiera leer
le diría que es la muestra,
plasmada en obra maestra,
del honor de la mujer.

No transcurre en el medievo,
sí en el siglo diecinueve
un día de mucha nieve.
Su título: Bola de sebo.

La obra es parte de un plan
pergueñado por artistas
de corte naturalista
y la escribió Maupassant.

Un día de nieve intensa,
un grupo de ciudadanos
iban con desenfado
a viajar en diligencia.

Una de las pasajeras,
Bola de sebo llamada,
era mujer dedicada
al oficio de ramera.

Los demás, que eran muy necios,
a la chica repudiaban
y de soslayo miraban
a la moza con desprecio.

Burgueses con iniquidad,
el aristócrata altivo,
el demócrata pasivo
y monjas de la caridad.

Y el viaje transcurría
sin ningún otro percance
cuando se produjo el trance
de que el hambre consumía.

Excepto la prostituta
nadie llevaba comida,
por lo que ésta conmovida,
la suya compartió en ruta.

Y los que antes la miraban
como una mujer inmunda,
ahora todos la inundan
de gracias y de alabanzas.

Mas llegados a un paraje
donde tomar un descanso,
un comandante prusiano
prohibió continuar el viaje.

E impuso como condición,
para reanudar la marcha,
yacer con aquella muchacha
En un mullido colchón.

Ante tal proposición
ella se mostró indignada,
pues su cuerpo no entregaba
Al enemigo felón.

Los demás ante tal ver,
y temiendo a aquel bandido
que los había retenido,
la intentaron convencer.

Mil argumentos le dieron,
invocaron sacrificios,
insinuaron su vicio,
pero nada consiguieron.

Pero a tanto llegó el acoso
al que se vio sometida,
que al final se vio vencida
y se entregó al lujurioso.

Y los que ayer lisonjeaban,
mostrando su hipocresía,
el vacío ahora le hacían
y a la chiquilla ignoraban.

Y de Rouen hasta el Havre
ella oculta su vergüenza
mientras los otros almuerzan
y ella se muere de hambre.

Amanece un día nuevo,
y lágrimas de humillación
concluyen la narración
de nuestra Bola de sebo.

José M. Ramos. 15 agosto 2011