martes, 20 de marzo de 2012

Cilindro, cono y esfera

Érase una vez un cono
Que indignado se mostró
Porque un cilindro insultó
En desafiante tono.
Quiso terciar una esfera
Para el orden imponer.
Era cuestión de querer
Y que el cilindro cediera,

Disculpándose ante el cono
Que aún se encontraba agraviado,
Ofendido y humillado,
Siendo álgido su encono.

La esfera, amplia de miras,
Al cono le preguntó
Que fue lo que provocó
Su desaforada ira.

Y este le respondió
Que el cilindro con dos bases
Se creía con más clase
Creyendo ser superior.

Le dijo, desagradable,
Que si el vértice apoyaba,
Seguro que demostraba
Un equilibrio inestable.

Y al cono le insistía
Que en el vértice apoyado
Estaba desequilibrado
Y por los suelos caía.

Mas la esfera carecía
De vértices y de bases,
Les dijo de hacer las paces
Pues dos razones había.

Entre los tres existía
Un vínculo familiar
Y es que podían rodar,
Cosa que otros no hacían.


A pesar de la belleza,
Y a pesar de los pesares,
Los poliedros regulares
No hacían esa proeza.

Y aquellos tres artistas
Se pusieron muy contentos
Porque eran elementos
Que no tenían aristas.

Y al indagar en su esencia,
En su área y su volumen,
Su alegría llegó al culmen,
Cuando pi hizo presencia.

Porque era el número pi
El que a los tres concedía
Relevancia en Geometría
Y les daba pedigrí.

Y los tres se fueron juntos
A su universo euclideano,
Pues casi eran hermanos
De un mismo padre presunto,

Pues su ADN contiene
Pi para demostrar
Su relación familiar
Y que del mismo sitio vienen.


 
José M. Ramos. Pontevedra, 20 marzo 2012