domingo, 11 de marzo de 2012

Error fatal

 
Entré en la estancia sombría,
muy silencioso… con tiento…
y conteniendo el aliento
porque la dama dormía.

Yo me acercaba a la cama,
no con muy buena intención,
tropecé con un arcón
mas no despertó la dama.

Manteniéndome al acecho
los nervios me atenazaban
y mientras ella roncaba
yo me introduje en el lecho.

Cuando quise poseer
aquel cuerpecillo dormido.
Se giró con un ronquido
y su rostro pude ver.

Entonces me invadió el terror
pues me había equivocado
ya que el cuerpo deseado
era el de un hombre mayor.

Despertó antes de irme,
mi presencia lo asustó
sin embargo me agarró
pero pude desasirme.

De la cama me caí
huí raudo y presuroso
de aquel remedo de oso
y ni me pude vestir.

Me arrojé hacia la puerta
cual alma que lleva el diablo
y entre las piernas el rabo
veía mi suerte incierta.

pues escuchaba el jadeo
de aquél que me perseguía
mientras curiosos salían
pues armé mucho jaleo.

Y cuando por fin me cansé,
y aun temiendo por mi vida,
tuve que detener mi huida
pues me encontré una pared.
 
Esperando ser pinchado
tan desnudo como estaba
noté que algo penetraba
por un sitio inesperado.

Era aquel hombre tan fiero
que no utilizaba espada
sin embargo aprovechaba
la presencia de agujero.

Sentí un poco de dolor
con la estocada fatal
y al no ser frío metal
sospeché algo peor.

Muy deshonrado y maltrecho
lloré mi virtud perdida
aunque no existía herida
en el agujero hecho.

Y manteniéndome a raya
mi perseguidor va y exclama:
¿por qué huiste de mi cama?
¡Ay…mira que eres canalla!

Ensartado y de espaldas
me sentí muy humillado
al ser cazador cazado
en cacería de faldas.

Pese a pagar penitencia
y después del incidente
algo decía en mi mente
que no fue mala la experiencia.

Así que los labios pinté
y rimel me eché en los ojos
y me dije a ver si mojo
en sórdidos cabarés.

Amigo, aunque no lo quieras,
cuidadito donde pisas
pues el vicio nunca avisa
antes de cambiar de acera.
 José M. Ramos. Pontevedra, 18 noviembre 2011