sábado, 10 de marzo de 2012

José Millán

 De niño vivió sin padre,
lo que al chico no frustró,
pues excelente educó
una cariñosa madre.

Ya mocito de reemplazo,
tuvo un temprano amorío.
Fruto de estos nuevos bríos,
ella tuvo un embarazo.

Y nació una criatura
que Claudina se llamó
pero a su madre llevó
del parto a la sepultura.

Y él en silencio lloró
por la desgracia fatal
y como era hombre cabal
al bebé reconoció.

Poseedor de gran cultura,
se dedicó al periodismo
y abandonó su estoicismo,
su pesar y su amargura.
 
Querido por sus amigos,
generoso y servicial,
incluso a José Millán
respetaban enemigos.

Con Cándida, leal esposa,
una familia fundó
y tres vástagos le dio,
Augusto, Isidoro y Rosa.

A Pontevedra dio lustre
y escapando de los mitos,
fiel describió en sus escritos
a sus Varones Ilustres.

Acometió estudios serios,
y amante de la arqueología,
tres libros escribiría
sobre sendos monasterios.

Y por modestia excesiva,
enemigo de ruidos,
no escucharon sus oídos
las loas que merecía.

No quiso notoriedad
pero el tiempo lo juzgó,
y su nombre se le dio
a una calle en la ciudad.

Y ya alcanzada la gloria,
cariño y reconocimiento,
orgulloso yo me siento
de evocar hoy su memoria.

Y cuando las nubes no están
se ve una estrella brillante
cuya luz es fulgurante:
¡Es el alma de Millán!

José Millán (1859-1936)
 
José M. Ramos. Pontevedra, 18 septiembre 2011